Rostros alegres, llenos de vida, solo pueden verse en las cientos de fotografías que aún permanecen en el lugar, acompañadas por velas apagadas y flores marchitas por el calor. Así luce hoy lo que alguna vez fue uno de los centros de diversión más emblemáticos de Santo Domingo: el inolvidable Jet Set.
Una mujer de cabello gris, acompañada por otras dos personas, murmura una oración. Nadie le pregunta por quién reza. En este punto exacto, todos comparten el mismo luto. Las 234 almas que se apagaron entre escombros, gritos y música en una madrugada que debía ser de alegría, aún reclaman memoria.
Ha pasado casi un mes desde aquella noche fatídica. Cuesta creer que el Jet Set, ícono del merengue, donde tantas generaciones celebraron, rieron y bailaron, se convirtiera en tumba improvisada de decenas. El techo colapsó cuando la música aún sonaba.
Lo que debía ser una noche de nostalgia y gozo, se transformó en una escena dantesca que marcó la historia reciente del país.
Los pasos por la zona cero son lentos y respetuosos. El silencio domina, roto apenas por el crujir de los restos. Nadie alza la voz.
Los escombros siguen allí, como un cuerpo que se resiste a desaparecer. Hierros retorcidos, concreto agrietado y una tarima inclinada que parece haber querido proteger a quienes estaban sobre ella, narran la tragedia sin necesidad de palabras.
Algunas flores frescas, otras ya secas, fueron colocadas por quienes aún regresan cada día, buscando un pedazo de memoria entre los restos.
Carteles hechos a mano recuerdan a las víctimas. Unos con tinta corrida por la lluvia, otros protegidos con plástico. En uno se lee: “La música paró, pero sus vidas no deben ser olvidadas”.
La bandera dominicana ondea junto a una bandera venezolana, ambas sujetas con cinta adhesiva al portón oxidado. Entre las víctimas había extranjeros, muchos de ellos venezolanos que apenas comenzaban una nueva vida en el país.
Sus rostros están impresos en carteles junto a velones y osos de peluche. Niños, jóvenes, adultos… todos dejaron un vacío que aún duele.
Algunos curiosos se acercan con cautela. Son pocos. Unos toman fotos en silencio, otros simplemente observan. Se percibe la tristeza flotando en el aire. No hay palabras, solo miradas y pasos contenidos.
Reina el silencio
- Hoy, en el Jet Set, no hay música. Hay eco. Un eco sordo, como un susurro lejano de las voces que se apagaron.
- La ciudad sigue. El tráfico avanza. Pero aquí, en la zona cero del Jet Set, todo permanece suspendido. Como si el tiempo también hubiese colapsado con aquel techo.
Según un registro de eventos catastróficos recopilado por Diario Libre, la tragedia de Jet Set (234 muertos) supera en víctimas mortales al incendio en la cárcel de Higüey en 2005 (136 muertos), la explosión en la fábrica Vidal Plast en 2023 (38 fallecidos) y las recientes inundaciones de noviembre de 2023 (34 muertos), colocándose como la mayor catástrofe civil en la historia del país fuera de un fenómeno natural.
Además, el programa social Supérate informó que, como parte de su respuesta inmediata ante la tragedia ocurrida el pasado 8 de abril en la discoteca Jet Set, ha identificado a 136 menores de edad que quedaron en estado de orfandad, de los cuales 19 perdieron a ambos progenitores.
El Ministerio Público abrió una investigación penal para esclarecer las causas del colapso del techo de la discoteca Jet Set, tragedia que se considera la mayor catástrofe civil del siglo XXI en República Dominicana.
Fuente:
diariolibre.com