Los motores reprogramados: el rugido del abuso urbano

En República Dominicana, el amor por los autos ha cruzado una línea: la del ruido. Cada noche, en avenidas, túneles, zonas residenciales y hasta frente a hospitales, los motores gritan como si compitieran en un circuito clandestino. Hasta disparan.

Pero no es casualidad: detrás de ese estruendo está una práctica cada vez más común y muy poco regulada: la reprogramación electrónica de vehículos.

¿Qué significa reprogramar un motor?

Los vehículos modernos funcionan con una centralita electrónica, conocida como ECU (Engine Control Unit), que controla cómo el motor debe comportarse: cuánto combustible inyectar, cuándo hacerlo, cómo ajustar la mezcla aire-combustible, cuánta presión permitir en el turbo y hasta cuándo cambiar de marcha (en modelos automáticos).

Reprogramar un motor significa modificar ese software original.

Con una laptop y el cable adecuado, cualquier técnico con conocimientos básicos puede conectarse a la ECU, copiar su programación, alterar parámetros clave (como el corte de inyección, el punto de ignición o el control de emisiones) y volver a cargar el archivo “tuneado” al sistema del carro.

¿Cómo logran que el carro “dispare”?

Lo que muchos llaman backfire —ese sonido seco y explosivo que parece un disparo o un petardo saliendo del escape— no es un fallo: es un efecto buscado. ¿Cómo se logra?

  1. Eliminando el corte de inyección: en los vehículos de fábrica, cuando se deja de acelerar, el sistema corta la inyección de combustible. Los reprogramadores anulan ese corte para que el carro siga inyectando combustible, aunque el acelerador esté suelto.
  2. Atrasando el punto de ignición: el software se ajusta para que la chispa que enciende el combustible se produzca más tarde de lo normal, cuando los gases ya están saliendo por el escape.
  3. Resultado: una pequeña explosión en el sistema de escape, que produce un estallido seco. Si el vehículo tiene el silenciador modificado o removido, el efecto es aún más sonoro.

En algunos casos, los usuarios instalan launch control falsos o activan mapas de potencia especiales con un botón o desde el celular, lo que les permite provocar estos “disparos” en cualquier momento, incluso estacionados.

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Infografía

La reprogramación de motores permite generar explosiones sonoras (backfire) que simulan disparos. (FUENTE EXTERNA)

Una moda ruidosa y peligrosa

Lo que para algunos es adrenalina, para la mayoría es una molestia grave.

Además del estruendo nocturno, este tipo de modificaciones también anula sistemas de control de emisiones, lo que contribuye a la contaminación del aire y a un mayor desgaste del motor.

La contaminación sónica generada por estos vehículos no es subjetiva. Un carro con backfire y escape libre puede superar los 90 decibeles, cuando el límite recomendado por la OMS para zonas residenciales está por debajo de 55 decibeles en horario nocturno.

Es decir, lo que debería ser un motor contenido se convierte en una máquina de ruido urbano.

¿Y la ley?

Actualmente, la Digesett y los organismos de tránsito no cuentan con herramientas tecnológicas suficientes para detectar este tipo de alteraciones.

Las inspecciones visuales no revelan una reprogramación, y los escapes ilegales son muchas veces removibles, lo que permite evadir controles.

Tampoco existe una normativa clara que regule o prohíba expresamente la reprogramación no autorizada, como sí ocurre en países como Alemania, donde modificar la ECU sin certificación anula la validez del vehículo en carretera.

¿Y la ciudad?

Mientras tanto, los ruidos se adueñan del espacio público. La ciudad suena, pero no por su vida cultural, sino por los acelerones innecesarios, los “disparos” de carros parqueados en el malecón o en residenciales tranquilos, y la falta de límites que protejan el descanso ciudadano.

Que alguien quiera más potencia o una mejor respuesta del motor es entendible. Pero que eso implique arruinarle el sueño al vecindario o invadir de explosiones artificiales las noches capitalinas, ya no es tuning, sino invasión sonora.

Una práctica que requiere regulación urgente y una sociedad que entienda que vivir en comunidad también incluye el derecho a dormir en paz.

Fuente:

diariolibre.com

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By Jose Diaz

Soy José Díaz, apasionado por las noticias digitales y siempre en busca de las últimas tendencias e innovaciones en el mundo de la información. Mi interés se centra en analizar y compartir contenido de actualidad, manteniéndome al tanto de lo que sucede en el entorno digital y global.

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