“Andas desnuda por todo el internet” fue el mensaje que dejó a Lola en shock. Así se enteró de que su rostro había sido utilizado digitalmente sobre cuerpos desnudos, colocada en poses sexuales explícitas y esparcida sin control por redes sociales, grupos de WhatsApp y páginas ocultas de contenido adulto.
Su imagen e identidad se convirtieron en mercancía en línea, expuestas al morbo de miles, sin su permiso, sin defensa.
De un momento a otro, ya no se pertenecía: era propiedad del tráfico anónimo de fotos robadas, y manipuladas mediante inteligencia artificial, que se han convertido en una pesadilla contemporánea para las mujeres, que se difunden sin ningún control, dañando sus reputaciones, socavando su autoestima y generándoles miedo constante.
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Lola es bailarina, modelo y masajista. Se gana la vida con sus tres pasiones, con arte, fuerza y orgullo. Nunca le avergonzó ser dueña de sí misma, hasta que vio esas imágenes.
“Era mi cara, mi expresión, pero no era yo, era montado. Me doy a respetar y hago mi trabajo con respeto, pero siempre hay personas que, no importa lo que hagas, te creen otra cosa”, relató a Diario Libre.
Al día de hoy, esta joven sigue siendo víctima de acoso sexual en línea, simplemente por el trabajo que desempeña. Hombres que jamás ha visto le escriben buscando favores sexuales que nunca ha ofrecido.
Su cuenta de Instagram es una cascada constante de mensajes obscenos: “Quiero cogerte, agarrarte por el pelo”, “Estás buenísima, mami”, “Dame una probadita”.
Los ataques no se limitan al país. Desde México, España y otros rincones del mundo, extraños le envían fotos explícitas, piden sexo virtual, masturbación y videos íntimos.
Para Lola, el espacio digital, que debería ser una herramienta de trabajo y comunicación, se ha convertido en un terreno minado, donde el acoso es diario, invasivo y, sobre todo, impune.
Solo en el primer trimestre de 2025, la Procuraduría General de la República registró 1,640 denuncias por delitos sexuales; de ellas 200 por acoso sexual (un promedio de dos personas por día) y 529 por agresión sexual (cerca de seis personas diarias).
Pero las estadísticas se quedan cortas, debido a que muchas víctimas no denuncian, ya sea vergüenza o porque entienden que ya es parte de la normalidad con la que se opera en internet.
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Vulnerabilidad
“Cuando estás en esta profesión, lamentablemente te acostumbras. En esta cultura machista, que tanto nos sexualiza”, indicó Lola. Manifestó, que, así como ella, algunas de sus compañeras han sido víctimas sin ningún tipo de provocación.
Un estudio del Centro de Investigación para la Acción Feminista (Cipaf) revela la alarmante magnitud de la violencia sexual en línea contra las mujeres, siendo la agresión más común los comentarios sexuales ofensivos en internet, presentes en el 55 % de 1,211 casos reportados.
Le siguen el chantaje con la difusión de fotos o videos íntimos (16 %) y la presión para enviar imágenes desnudas (16 %), mostrando cómo la explotación de contenido íntimo se convierte en un arma de control y extorsión.
“Imagínate, denunciarlo es más un proceso largo; eso uno se lo deja a los famosos que lo toman en cuenta por la relevancia. Y aunque puedas denunciar, otros siguen escribiendo desde otros lados con más cuentas falsas y creando más. Mi cuenta es pública; soy modelo, bailarina, es mi trabajo y vivo de esto, pero no le da el derecho a nadie de hacer esas cosas”, puntualizó Lola.
Aunque no hay agresiones físicas, el daño a la dignidad y seguridad de las víctimas es profundo, agravado por una cultura machista que justifica estos ataques con el falso argumento de que “lo que muestra es lo que vende”.
Indefensas
En la República Dominicana, aunque se han dado pasos importantes para modernizar la legislación contra la violencia digital, estos avances se encuentran estancados. La Ley 53-07, vigente desde hace varios años, penaliza delitos tecnológicos como fraudes, accesos ilícitos y difamación en línea, pero no contempla el ciberacoso, una problemática cada vez más frecuente y preocupante.
Más de dos años y cinco meses han pasado desde que el Poder Ejecutivo sometió al Congreso Nacional la Ley Orgánica Integral sobre Violencia contra las Mujeres, que tipifica y sanciona cuatro tipos de acoso en razón de género, agravado, callejero y ciberacoso.
Esta ley incluye todas las formas de violencia, con especial énfasis en la violencia digital y de género en línea, pero aún permanece detenida. La ausencia de una legislación moderna frente al ciberacoso mantiene a miles de mujeres desprotegidas frente a una violencia que evoluciona sin freno.
Desde el Tribunal Constitucional ha destacado la urgencia de una legislación específica para sancionar el ciberacoso, resaltando la falta de estudios criminológicos y estadísticas eficientes sobre este fenómeno en el país.
Fuente:
diariolibre.com