Reserva Ébano Verde: de la tala al orgullo por su conservación

Durante décadas, la Reserva Científica Ébano Verde ha sido mucho más que un refugio de especies endémicas y nativas. Este santuario natural, ubicado en la cordillera Central, también es escenario de historias de transformación humana

Algunas narran cómo antiguos taladores se convirtieron en guardianes del bosque, tras encontrar formas de subsistir sin destruir la naturaleza.

El pasado jueves 5 de junio, en ocasión del Día Mundial del Medio Ambiente, el Ministerio de Medio Ambiente y la Fundación Progressio —entidad que administra esta área protegida— realizaron diversas actividades en la reserva. Entre ellas, un recorrido por sus senderos y la siembra de 30 ejemplares de ébano verde (Magnolia pallescens), árbol emblema de la zona.

Durante el recorrido, entre bosques nublados y espacios dedicados a la conservación de aves, se narraron historias que muestran los resultados del trabajo de concientización ambiental con las comunidades aledañas.

Cruz Alejandro Rodríguez labora como guardaparques desde hace más de 30 años en un espacio que conoce “como la palma de su mano”; su experiencia le permite identificar un árbol de ébano verde, estandarte del área protegida, desde lejos. 

Sin embargo, su vida no siempre estuvo ligada a la conservación de esta especie endémica, ya que, antes de la llegada de la Fundación Progressio, en la década de los ochenta, se dedicó durante un año al contrabando de ébano verde.

“Yo antes trabajaba en agricultura, araba la tierra con bueyes (…) pero la cosa estaba floja, necesitaba dinero y ya tenía dos hijos, y pensé: bueno, vamos a buscar un chín de madera”, narra mientras señala la vía por donde continuar el recorrido. 

De taladores a protectores

El caso de Rodríguez no es el único. “Los guardaparques que tú ves fueron taladores; los conseguimos aquí, vivían de eso (…) entonces, en vez de sacarlos de la reserva, los integraron a la Fundación como guardaparques, con su sueldo, su uniforme, y se enamoraron de su trabajo”, declaró María Armenteros, presidenta de la Fundación Progressio.

“Se les dio una alternativa de subsistencia, porque ellos lo hacían por necesidad. Si te dan una alternativa para que tú sustituyas esa actividad ilícita por una lícita, que es un salario, entonces hay un cambio”, manifestó José Ángeles, gerente de operaciones de la Fundación.

Armenteros resaltó que este personal ha puesto su vida en peligro en varias ocasiones por enfrentar a contrabandistas y a personas dedicadas a la venta de pichones de cotorras, actividad ilícita que aún tiene incidencia en la zona.

 

Especies invasoras

Representantes del Ministerio de Medio Ambiente y de la Fundación Progressio encabezaron un encuentro en el que suscribieron un plan con los nuevos lineamientos para el manejo de la Reserva Científica Ébano Verde.

Estos lineamientos incluyen estrategias para la conservación de los ecosistemas del área, que se encuentran afectados por una especie de helecho invasor que cubre un 12 % del territorio de la reserva, además de impedir el crecimiento de los árboles de ébano verde.

José Ángeles indicó que la especie invasora ha ganado mayor terreno en las zonas de la reserva previamente afectadas por la explotación de ébano verde.

Al ser consultado sobre si la tala de esta especie endémica sigue siendo una amenaza para la reserva, Ángeles detalló que desde hace más de 25 años no se registra esta actividad ilícita en la zona núcleo, aunque en el área de amortiguamiento sí se han reportado algunos casos de tala.

Sin embargo, tanto Ángeles como Armenteros destacan que las autoridades han incrementado la vigilancia y que la ciudadanía ha desarrollado una mayor conciencia. “El usuario se ha dado cuenta de que cada vez que compra un trozo de madera de ébano, sabe que es ilegal”, sostuvo el gerente de operaciones de la Fundación Progressio

Inicio de la Reserva 

El 26 de octubre de 1989, mediante el decreto 417-89, el Gobierno dominicano declaró oficialmente como Reserva Científica Ébano Verde un área de 23.1 kilómetros cuadrados, por su diversidad biológica y el elevado endemismo de su flora y fauna.

El árbol insignia de la reserva es la Magnolia pallescens, especie que pertenece a la familia de las Magnoliáceas y que fue descubierta por Erik Leonard Ekman en octubre de 1928, en La Siberia, Constanza.

 

Fuente:

diariolibre.com

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By Jose Diaz

Soy José Díaz, apasionado por las noticias digitales y siempre en busca de las últimas tendencias e innovaciones en el mundo de la información. Mi interés se centra en analizar y compartir contenido de actualidad, manteniéndome al tanto de lo que sucede en el entorno digital y global.

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