Elegancia y pasión: Espectáculo Forever Tango en Teatro Nacional

El espectáculo argentino Forever Tango elevó la música argentina, el baile y la elegancia a través del tango.

El show trasladó a los presentes a los años 30 y 40 del siglo XX con el apogeo del tango y conquistó al público mayor que asistió con su intensidad, elegancia y profunda carga emocional.

La puesta en escena, dirigida por el argentino Luis Bravo, y producido por la bailarina y coreógrafa dominicana Mónika Despradel, se realizó el pasado viernes 25 de julio en el Teatro Nacional Eduardo Brito.

Siete parejas de bailarines desprendieron pasión, técnica, elegancia y el arte puro del tango y se llevaron aplausos y muchos “¡bravo! ¡Bravo!” de pies, con hermosas vestimentas de la época.

El viaje del tango

  • A las 8:43 de la noche comenzó la presentación con una obertura a cargo de la magistral orquesta con instrumentos de la música argentina.
  • En un viaje visual, sonoro y de danza al tango argentino, la primera escena, titulada Preludio del bandoneón y la Noche, presentó un cuadro poético y onírico con un solo de bandoneón inmenso. De su interior emerge un hombre, símbolo del alma del instrumento, que se encuentra con una mujer en un baile provocativo, casi como un duelo amoroso. Este momento simboliza el deseo, la fantasía y los juegos del sueño.

La obra avanzó hacia el mundo del Suburbio, en una evocadora escena en un burdel de fines del siglo XIX. Con personajes icónicos como el cafishio, la madama y los compadritos, toda la compañía recreó los orígenes del tango como una danza nacida de la lucha, la pasión y la marginalidad.

Aquí se escenificó una “trifulca” entre los bailarines con sus técnicas del baile. No se necesitó de diálogos para que la obra hablara.

La orquesta volvió a tomar el protagonismo con un tango instrumental antes de dar paso a En lo de Hansen, una escena ambientada en la famosa casa de baile de principios del siglo XX. Allí, una pareja revivió la rebeldía de los jóvenes de buenas familias que, en secreto, bailaban aquel tango prohibido y sensual.

La cantante Marcela Ríos conmovió al público a lo largo de la noche con sus interpretaciones intensas de Uno, una reflexión sobre el paso del tiempo o “Que alguien me diga”, popularizada en Latinoamérica por Gilberto Santa Rosa en salsa.

Siguió Gallo ciego, con una pareja de bailarines que encarnó la soledad y la búsqueda incesante de compañía, en una puesta austera pero elocuente. Más adelante, “Aristocracia” mostró la evolución del tango desde sus orígenes marginales hasta su aceptación en los salones de París y Buenos Aires, con una coreografía de exquisita elegancia.

La noche también tuvo lugar para el humor con No photos, una escena divertida y crítica protagonizada por una pareja excéntrica que rompía la solemnidad con ironía y ternura.

Más adelante, la escena Tres parejas recreó el renacer del tango con una danza introspectiva que evocó la profundidad existencial del tango.

El humor volvió con Un piccolo don Corleone, una sátira del personaje italo-argentino de la película El padrino, mezcla de compadrito y mafioso.

Luego, el público fue testigo del Romance entre el dolor y mi alma, seguido de Un vampiro…, donde la seducción se impuso en una escena cargada de tensión y deseo.

Entre los 22 números presentados, tuvo lugar un solo de la orquesta sin los bailarines, que se extendió por unos cinco minutos. Este momento rindió homenaje al amor y al tango, “entre, la pasión, el romance, la nostalgia, la alegría y la tortura que los define”, en palabras del programa.

Finalmente, “Lo que vendrá” reunió a toda la compañía para un cierre poderoso y destacando la belleza, la tradición y herencia cultural del tango.

Fuente:

diariolibre.com

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By Jose Diaz

Soy José Díaz, apasionado por las noticias digitales y siempre en busca de las últimas tendencias e innovaciones en el mundo de la información. Mi interés se centra en analizar y compartir contenido de actualidad, manteniéndome al tanto de lo que sucede en el entorno digital y global.

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