La imagen es recurrente: a unos seis kilómetros del peaje de Punta Cana por la Autovía del Coral, se observan camiones de carga parqueados justo frente a los negocios de venta de comida que operan en este punto de una de las vías más transitadas a nivel nacional.
Aunque para muchos choferes es solo una parada para comer o descansar, esta práctica representa un riesgo latente para quienes transitan por esta importante autopista.
Carros, camiones volteos, mezcladores de cemento (camiones trompo), patanas y vehículos de carga diversa —provenientes de la capital y otras localidades del país— se detienen en este tramo para sus conductores desayunar y almorzar, o simplemente tomar café y descansar brevemente antes de continuar su ruta hacia Punta Cana, donde deben suplir a comercios, hoteles y obras en desarrollo.
La práctica, aunque cotidiana, implica un alto riesgo para los demás conductores. “Uno viene a velocidad, y aunque hay luz, no siempre se distingue con claridad si un camión está parqueado parcialmente en la vía. Es un accidente esperando pasar”, comenta Juan Mejía, transportista de la zona.
Aunque el área cuenta con alumbrado público funcional durante la noche, el peligro persiste, debido a que el flujo rápido de vehículos es incesante y la ausencia de lugares de aparcamientos es más que notoria.
Algunos de estos camiones incluso ocupan parte del carril de circulación, obligando a los conductores a maniobrar bruscamente.
Paradójicamente, en ese tramo hay presencia permanente de agentes de la Dirección General de Seguridad de Tránsito y Transporte Terrestre (Digesett) y de la Comisión Militar y Policial del Ministerio de Obras Públicas (Comipol), el organismo encargado de la protección vial en las carreteras.
Sin embargo, los conductores afirman que los agentes “se hacen de la vista gorda” y permiten que el problema continúe sin consecuencias para los infractores.
Piden intervención de la vía
Algunos choferes consultados sostienen que no existen paradores seguros o zonas habilitadas para detenerse sin salir de la vía. “No hay dónde parar. Aquí uno viene a comer algo y seguir, pero claro que sabemos que eso no es lo correcto”, admite Pedro Hernández, conductor de una patana.
Lo cierto es que la permisividad de las autoridades ha convertido un tramo de alta velocidad en un punto de riesgo cotidiano dentro de la concurrida Autovía del Coral.
Residentes, transportistas y conductores frecuentes han hecho llamados reiterados a las autoridades para que intervengan la zona. Entre las propuestas están la creación de un área de descanso formal para vehículos pesados, la instalación de señalización de advertencia, y una mayor firmeza de los agentes en el cumplimiento de las normas de tránsito.
El problema no es nuevo. Medios locales como el periódico El Tiempo lo documentaron años atrás, pero la situación persiste. Cada día que pasa sin correctivos es una amenaza directa a la seguridad vial en una de las entradas principales de la región turística más importante del país.
Fuente:
diariolibre.com