La industria de la moda despide a una de sus figuras más icónicas: Giorgio Armani, el legendario diseñador italiano, falleció a los 91 años el pasado 4 de septiembre.
Más allá de su legado estético y cultural, su partida deja abierta una de las preguntas más relevantes para el futuro del sector: ¿qué ocurrirá con su fortuna personal y el control del imperio Armani?
Una fortuna de más de 10 mil millones de dólares
Armani, considerado uno de los diseñadores más influyentes del siglo XX y XXI, construyó un imperio valorado entre 9.000 y 13.000 millones de euros (aproximadamente 10.000 a 14.000 millones de dólares), según estimaciones recientes.
Su grupo empresarial abarca no solo moda de lujo y prêt-à-porter (listo para llevar), sino también cosméticos, perfumes, diseño de interiores, hotelería, gastronomía, e incluso el patrocinio del equipo de baloncesto Olimpia Milano.
Con unos ingresos consolidados de 2.300 millones de euros en 2024 y presencia global en más de 60 países, el Grupo Armani se ha mantenido como una de las pocas grandes casas de moda italianas aún independientes, algo que el diseñador se empeñó en proteger hasta su último día.
¿Quién heredará el imperio Armani?
Al no tener hijos, Giorgio Armani dejó trazada cuidadosamente su sucesión, que fue planificada con más de una década de antelación. Su voluntad no contempla un único heredero, sino un grupo de familiares y colaboradores clave, que asumirán roles tanto creativos como estratégicos.
Entre los nombres destacados están:
- Rosanna Armani (86 años): su hermana menor, una figura discreta pero fundamental dentro de la empresa.
- Silvana Armani (69): su sobrina, considerada su heredera artística, quien ha trabajado estrechamente en las colecciones femeninas.
- Roberta Armani (54): sobrina enfocada en relaciones públicas y con celebridades.
- Andrea Camerana (55): sobrino, vinculado también a la familia Agnelli, a cargo de temas de sostenibilidad.
- Pantaleo «Leo» Dell’Orco: mano derecha de Armani en diseño masculino, considerado parte de la familia por el propio modista.
A ellos se suman figuras ejecutivas como Giuseppe Marsocci (director comercial adjunto) y Daniele Ballestrazzi (director operativo), quienes podrían asumir funciones directivas clave.
El eje de la sucesión será la Fondazione Giorgio Armani, creada en 2016 para garantizar la continuidad e independencia del grupo. Aunque actualmente posee solo una participación simbólica, se espera que reciba una porción significativa del capital accionario tras la apertura del testamento.
La fundación, que prohíbe la distribución de ganancias y obliga a reinvertirlas en actividades institucionales, estará dirigida por un consejo formado por personas de la máxima confianza de Armani. Entre los posibles miembros figuran Silvana Armani, Dell’Orco e Irving Bellotti, asesor financiero de larga data.
Control repartido y sin salida a bolsa inmediata
En vida, Armani inscribió estatutos notariales que entrarán en vigor con su muerte. Estos dividen el capital social en seis categorías de acciones con diferentes derechos de voto, evitando así concentraciones de poder y garantizando un equilibrio interno.
El plan sucesorio prohíbe fusiones, adquisiciones agresivas o una salida a bolsa (IPO) durante al menos cinco años, buscando preservar la identidad de la marca. Solo después de ese período, una IPO podría considerarse, y solo con mayoría absoluta del consejo directivo.
Giorgio Armani, que alguna vez soñó con ser médico y acabó vistiendo a estrellas de Hollywood, líderes mundiales y generaciones enteras de ejecutivos, deja una fortuna colosal, pero también un modelo de gestión pensado para perdurar más allá de su propia figura.
Fuente:
diariolibre.com