Esteban Mira Caballos, uno de los principales expertos en la figura de Cristóbal Colón, llegó a la capital dominicana para presentar su más reciente obra: “Colón: El converso que cambió el mundo”. El colombinista español vino arropado por el éxito editorial de la primera edición, que se agotó en apenas tres días tras salir a la venta.
En conversación con Diario Libre, el autor explicó que su motivación fue devolver al lector un Colón histórico, lejos de los filtros ideológicos y de las versiones apologéticas o condenatorias que han dominado buena parte de la bibliografía. “Pese a que existen más de 20,000 biografías, cada vez lo conocemos peor. Está enterrado entre toneladas de literatura, y mi objetivo ha sido rescatarlo”, apuntó.
La obra, de 580 páginas, integra documentos inéditos y fuentes publicadas en las últimas décadas que han cambiado la forma de abordar al navegante genovés. “En los últimos 50 años se ha editado muchísima documentación sobre Colón. Incluso en 2019 apareció una carta inédita, desconocida hasta entonces. Todavía siguen saliendo documentos porque generó una ingente burocracia”, argumentó el historiador.
El libro incorpora además los aportes de la genética moderna. “Se han analizado los restos de Cristóbal Colón y de su hijo Hernando. Todo esto permite dar un barniz del siglo XXI a la biografía. Yo escribo para lectores del siglo XXI y he tratado de hacer las preguntas propias de este tiempo, no de un historiador del siglo XIX o del XX”, explicó.
La Academia Dominicana de la Historia organizó la puesta en circulación del libro, ayer, en la Sala Aída Cartagena Portalatín, de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña.
La historiografía dominicana
Uno de los aportes más significativos de la obra es la inclusión de la historiografía dominicana, frecuentemente ignorada en España. “En los temas colombinos, los historiadores dominicanos están desaparecidos. Y sin embargo, aquí ha habido un interés enorme por Colón desde el siglo XIX. Santo Domingo le erigió un monumento en 1887, antes que en España”, recordó.
- Mira Caballos citó a escritores como Emilio Rodríguez Demorizi, Marcio Veloz Maggiolo y Antonio del Monte y Tejada: “He tratado de hacer justicia a muchos autores dominicanos que nunca se citan en España. Y ha sorprendido mucho allá el volumen y la riqueza de esta historiografía”, sostuvo. El historiador Frank Moya Pons ha sido la excepción, dejó constancia de ello.
El debate sobre los restos
¿Están aquí sus restos o en Sevilla? Su respuesta es contundente: “…siempre he defendido históricamente que estaban en Santo Domingo. Lo que pasa es que ahora han aparecido unos estudios genéticos que parecen confirmar que los restos de la catedral se corresponden con el hijo Hernando Colón y esa vinculación genética de padre e hijo es muy fácil de detectar. Se refiere a los resultados de un estudio que encabezó José Antonio Lorente, un catedrático de Medicina Legal y Forense de la Universidad de Granada, para analizar los supuestos restos del almirante.
Que tras 23 años de espera, los resultados se difundieron, el 12 de octubre de 2024, en forma de documental, “no tiene valor científico ninguno”, afirma, pero admite que no puede obviar que es un prestigioso genetista, “con lo cual yo pienso que al final no hubo error en 1795 y que los restos finalmente están en la catedral de Sevilla”.
Prefiere o no le gusta abundar mucho sobre el tema porque no sabe si va a hacer mucha gracia aquí en la República Dominicana. Sostiene que le da igual, porque, además: “Los restos no están ni en Santo Domingo ni en Sevilla”. A esto añade el dato no menos relevante: “Ahí tienen 140 gramos de polvo de hueso, de trocitos de hueso; o sea que los restos no están en ningún sitio”.
Luces y sombras del personaje
El perfil que traza Mira Caballos no oculta las contradicciones de Colón. “¿Fue esclavista? Por supuesto que lo fue. Intentó crear una factoría esclavista en La Española para enviar miles de indígenas a la Península. Pero lo singular no fue eso (porque era común en la época), sino que “Isabel la Católica le prohibiera continuar con esa práctica”, subrayó.
Tampoco evita referirse a su extravagancia: “Se consideraba un profeta, escuchaba voces, predijo el fin del mundo para 1657 y se equivocó en casi todos sus cálculos científicos. También se comparaba con los apóstoles.
De su indumentaria, también extravagante, subraya el collar de oro que lucía en el cuello, con un gorro grana. Dice más: “Era un gran navegante, con capacidad extraordinaria de observación, pero un pésimo gobernador y un hombre lleno de contradicciones”.
El error fecundo
Mira Caballos recordó que el viaje de 1492 fue fruto de un error monumental en los cálculos del almirante: “La Junta de Portugal y la de Salamanca ya le habían dicho que estaba equivocado, y tenían razón. Manipuló los datos para encajar a Asia donde quería que estuviera. Y al final, fue la fe de Isabel la Católica y el apoyo de Luis de Santángel lo que lo llevó a zarpar. Pidió a la reina una barbaridad de privilegios, nunca nadie había pedido tanto antes ni después. Por eso las Capitulaciones de Santa Fe fueron imposibles de sostener”.
¿Colón dio inicio a la globalización?
Para el autor, lo esencial no es la polémica, sino comprender la magnitud del cambio que desencadenó. “A partir del 12 de octubre de 1492, este mundo fue otro. Los océanos dejaron de ser fronteras y se convirtieron en vías de comunicación. Ahí comienza un proceso progresivo de globalización que llega hasta nuestros días”, reflexionó.
El intercambio no fue unidireccional: “América se europeizó, pero Europa también se americanizó. Palabras taínas como canoa, hamaca o aguacate entraron al castellano. El tomate y la papa cambiaron la gastronomía española. A España llegaron imágenes devocionales hechas en caña de maíz por indígenas de México. Las interrelaciones fueron mutuas y profundas”, concluyó.
Mira Caballos, quien ha visitado República Dominicana en más de una decena de ocasiones desde 1991, también ofreció una reflexión sobre el país. “El Santo Domingo de hoy no tiene nada que ver con el que conocí. Entonces la carretera del aeropuerto estaba llena de baches y los parques descuidados. Hoy hay autopistas y espacios cuidados. Ha cambiado muchísimo, aunque sigue siendo un caos circulatorio”, dijo sonriendo. Y concluyó con un matiz: “Es verdad que la ciudad ha perdido un poco de sabor dominicano, ahora encuentras restaurantes de todas partes, pero bienvenido sea si es el precio del progreso. Lo importante es que hoy hay más calidad de vida y menos pobreza que en los años noventa”.
Fuente:
diariolibre.com