Bogotá amaneció este lunes con una noticia que muchos temían, pero que el país entero había tratado de evitar durante 64 días. A la 1:56 de la madrugada, la Fundación Santa Fe confirmó el fallecimiento del senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, de 39 años, víctima de las graves heridas sufridas en un atentado el 7 de junio en Bogotá. El parte médico fue breve y contundente: “A pesar de todos los esfuerzos, es un triste desenlace”.
El anuncio fue recibido con un silencio denso en la sala de prensa de la clínica. El director médico, Adolfo Llinás Volpe, leyó el comunicado acompañado por el director general, Henry Gallardo, y el médico Omar Salamanca. Gallardo agradeció el respeto de los medios hacia la familia y destacó la labor incansable del personal médico durante más de dos meses.
Uribe Turbay había sido sometido a múltiples cirugías después de que un adolescente de 15 años le disparara dos veces en la cabeza y una en la pierna izquierda mientras pronunciaba un discurso en el barrio Modelia. El sábado pasado, su estado se agravó por una hemorragia en el sistema nervioso central, precipitando el final.
Un eco de la violencia política
La noticia reabrió viejas heridas en un país que aún carga con el peso de la violencia política de las décadas de 1980 y 1990. La muerte de Uribe Turbay evoca inevitablemente la de su madre, la periodista Diana Turbay, asesinada en 1991 durante un fallido operativo de rescate tras meses de secuestro ordenado por Pablo Escobar. Miguel tenía apenas cuatro años.
Él mismo había dicho años después que había perdonado a los responsables: “Nosotros en nuestra familia perdonamos lo imperdonable. Entendí que el resentimiento y el odio solo le hacen daño a quien lo siente”.
El país reacciona
Las primeras palabras de dolor llegaron desde todos los sectores políticos y más allá de las fronteras. La vicepresidenta Francia Márquez pidió “unidad nacional contra la violencia” y advirtió que la democracia “no se construye con balas ni con sangre, sino con respeto y diálogo”.
El expresidente Álvaro Uribe Vélez, mentor político del senador, escribió: “El mal todo lo destruye, mataron la esperanza. Que la lucha de Miguel sea luz que ilumine el camino correcto de Colombia”.
Iván Duque, también expresidente, lo calificó como “una promesa arrebatada por el terrorismo” y exhortó a honrar su legado con “unidad de propósito y patriotismo pleno”.
Muere Miguel Uribe Turbay, aspirante presidencial colombiano víctima de un atentado a tiros
Fuera de Colombia, las muestras de condolencia se multiplicaron. El opositor venezolano Edmundo González Urrutia lamentó “que la violencia política acabe con la vida de alguien que solo quería trabajar por una Colombia mejor” y recordó que proteger a quienes defienden la democracia es “responsabilidad de todos”. El Gobierno de Panamá se unió “al clamor por la paz, la unidad y la justicia” y condenó todo acto de violencia.
Desde Washington, el secretario de Estado de EE. UU., Marco Rubio, expresó estar “muy entristecido” y reclamó justicia para los responsables.
La investigación y la trama criminal
Por el atentado ya hay seis personas detenidas, incluido el menor que disparó. Según su testimonio, lo contactó el “patrón del barrio”, jefe de una olla de microtráfico, para una “vuelta” a cambio de 20 millones de pesos. Antes del ataque, se reunió en un vehículo con alias “el Costeño”, su novia y un conductor, quienes le entregaron la pistola Glock 9 mm y las instrucciones.
El conductor, Carlos Eduardo Mora González, de nacionalidad venezolana, y Katerine Andrea Martínez Martínez, detenida en Florencia, Caquetá, figuran entre los capturados. Las autoridades sospechan que la planificación podría estar vinculada a la disidencia de las FARC conocida como Segunda Marquetalia.
Dolor personal y duelo nacional
En medio de la conmoción, la voz más íntima fue la de su esposa, María Claudia Tarazona, quien publicó un mensaje en redes sociales:
“Siempre serás el amor de mi vida. Gracias por una vida llena de amor, gracias por ser un papá para las niñas, el mejor papá para Alejandro. Pido a Dios me muestre el camino para aprender a vivir sin ti. Nuestro amor trasciende este plano físico. Espérame, que cuando cumpla mi promesa con nuestros hijos, iré a buscarte y tendremos nuestra segunda oportunidad. Descansa en paz amor de mi vida, yo cuidaré a nuestros hijos”.
Uribe deja un hijo pequeño y tres hijastras a las que adoptó como propias. En su carrera política, que incluyó ser concejal y presidente del Concejo de Bogotá, secretario de Gobierno y candidato a la Alcaldía, se caracterizó por su discurso firme en materia de seguridad y su oposición a políticas del actual gobierno.
Un país que se mira en el espejo del pasado
La muerte de Miguel Uribe Turbay, en plena antesala de las elecciones presidenciales de 2026, revive los temores de una Colombia atrapada entre las promesas democráticas y los fantasmas de la violencia. Las imágenes de velas encendidas frente a la clínica, los minutos de silencio en el Congreso y las plegarias en plazas públicas muestran un duelo colectivo que trasciende ideologías.
Mientras la investigación avanza y las capturas se multiplican, queda la sensación de que no solo ha caído un líder político, sino un símbolo de resistencia personal frente a la tragedia heredada. Para muchos, su vida, marcada por la pérdida y la superación, se convierte ahora en una bandera que exige justicia y que, paradójicamente, vuelve a poner en el centro la urgencia de proteger a quienes deciden dar la batalla desde la política en Colombia.
Fuente:
diariolibre.com