Así cambió la forma de volar tras los atentados del 11-S

La colisión de cuatro aviones de pasajeros en diferentes puntos de la costa este de Estados Unidos, el 11 de septiembre de 2001, cambió para siempre la forma de volar, convirtiendo a los aeropuertos en lugares más lentos, complejos y controlados.

Hace 24 años, en los aeropuertos era común ver escenas que hoy parecen imposibles: llegar con apenas veinte minutos de antelación, despedirse en la puerta de embarque, no tener que caminar descalzo por el suelo de una terminal ni hacer malabares con portátiles, chaquetas y bolsos.

Evitar estas incomodidades y ahorrar tiempo hoy cuesta unos cuantos dólares más, y en algunos casos implica incluso ceder parte de la privacidad.

  • A continuación, un repaso de cómo los atentados del 11-S cambiaron la manera de viajar:

Despedidas

Según un resumen de Univision, antes del ataque terrorista más mortífero en suelo estadounidense, los acompañantes de los viajeros podían llegar hasta la puerta de embarque para despedirse de sus seres queridos. Esto cambió tras los atentados: hoy las despedidas deben hacerse antes de pasar el control de seguridad.

Revisiones de identidad

Llegar 20 minutos antes para tomar un vuelo doméstico en Estados Unidos es hoy impensable, al igual que viajar sin mostrar una identificación gubernamental válida.

Tras los atentados del 11-S, todos los pasajeros mayores de 18 años deben presentar un documento oficial, incluso en vuelos internos, y en algunos casos este proceso se repite varias veces dentro del aeropuerto.

Para los extranjeros, los controles de seguridad comienzan desde la solicitud de visa —con el formulario DS-160— y se refuerzan al momento de abordar el vuelo hacia Estados Unidos.

En las últimas dos décadas, los viajeros han tenido que responder preguntas personales a funcionarios o firmar formularios donde aseguran no tener intención de cometer actos terroristas.

En otras regiones del mundo también se aplicaron medidas similares. La Unión Europea, por ejemplo, introdujo controles que ahora parecen normales: verificar la identidad tanto en el mostrador de facturación como en el control de seguridad y al momento del embarque.

Listas de no volar

La “No Fly List” es una consecuencia directa de los atentados, aunque ya existía una pequeña base de datos. Desde entonces, el número de personas con prohibición de abordar vuelos hacia o desde Estados Unidos no ha dejado de crecer.

Los zapatos 

Las medidas de seguridad también evolucionaron a raíz de nuevas amenazas. Hoy es habitual descalzarse en los controles, pero esta práctica comenzó después de que Richard Reid intentara detonar una “bomba en un zapato” en un vuelo París-Miami a finales de 2001. La práctica fue descontinuada a mediados de este año.

Antes de estas amenazas, los viajeros no tenían que quitarse cinturones, ni cumplir estrictas reglas sobre aparatos electrónicos y líquidos. Incluso era posible viajar con cuchillas o cúteres, objetos que los terroristas del 11-S usaron como armas.

Nueva agencia 

Dos meses después de los atentados, el presidente George W. Bush firmó la ley que creó la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA), encargada de los controles de seguridad en los aeropuertos estadounidenses. Hasta entonces, eran compañías privadas contratadas por aerolíneas las que realizaban estas labores.

La nueva ley obligó a escanear todo el equipaje facturado, reforzar las puertas de cabina y aumentar la presencia de “air marshals”, agentes entrenados contra ataques terroristas.

Privilegios 

Los controles adoptados tras los ataques del 11 de septiembre ralentizaron los viajes aéreos, haciendo común llegar con varias horas de antelación y soportar largas filas.

De allí surgieron programas como “PreCheck” y “Global Entry”, en los que los usuarios pagan una tarifa y ceden información personal para acceder a controles más rápidos, sin necesidad de quitarse zapatos, chaqueta ni sacar aparatos electrónicos.

Estos programas, sin embargo, han generado críticas por cuestiones de privacidad, ya que requieren datos biométricos como huellas dactilares e, incluso, se ha planteado considerar información publicada en redes sociales.

Actualmente, más de 10 millones de personas están inscritas en “PreCheck”, y la TSA busca elevar esa cifra a 25 millones, con el objetivo de dedicar más recursos a revisar a los pasajeros considerados de mayor riesgo.

Fuente:

diariolibre.com

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By Jose Diaz

Soy José Díaz, apasionado por las noticias digitales y siempre en busca de las últimas tendencias e innovaciones en el mundo de la información. Mi interés se centra en analizar y compartir contenido de actualidad, manteniéndome al tanto de lo que sucede en el entorno digital y global.

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